- 1 diente de ajo
- 1 poquito de sal
- Miga de pan de pueblo
- 2 huevos
- 1 puñadito de almendras
- Agua
- Aceite de Oliva Virgen Extra
- 1/2 vasito de vinagre de vino
- Actualmente, le añadimos melón y jamón. Originalmente no llevaba ninguna guarnición o excepcionalmente tomate, pepino y unos trozos de pan.
Mi abuela cogía el ajo, la sal, las almendras y la miga de pan y empezaba a machacar sin prisa pero sin pausa, con la seguridad de que aquella mezcla tomaría forma en cualquier momento. Añadía los huevos mientras cantaba “por el camino verde” y continuaba dando vueltas a este mejunje. Actualmente lo hacemos con una cuchara, pero ella, con el mortero, convertía esta receta en todo un ritual. Poco a poco iba añadiendo el aceite de oliva (1 vasito pequeño), incorporaba el vinagre de vino (medio vasito) y continuaba moviendo la mezcla escrupulosamente…
Y yo veía que la mezcla iba poniéndose blanca, más ligera cuando la abuela incorporaba agua (un vasito por cada comensal), hasta convertirlo en una sopa que suponía la cena de todas las noches de nuestros veranos, o el postre de esas cenas.
Lo cierto es que la almendra es una innovación y no figuraba en la receta original. Ella le añadía unos trocitos de pepino y tomate, pero en El Figón lo servimos con unos taquitos de jamón ibérico y melón, lo que aporta mayor contraste y frescura.